A comienzo de los 90, el cantautor argentino Juan Carlos Baglietto lanzó un disco con hermosas canciones (entre ellas la popular “Eclipse de Mar”) titulado “Ayúdame a mirar”.
Consultado
sobre el titulo del disco, Baglietto recordó una vieja historia de un niño que
fue con su padre a ver el mar por primera vez en su vida. Al encontrarse frente
a tamaña masa de agua, enorme e infinita, sintió que era mucho para su pequeño
cuerpo y le pidió a su padre: “ayúdame a mirar”.
Muchas
veces eso es lo que necesitamos, que alguien nos ayude a mirar, aunque sea en
nuestro interior, para descubrir las cosas que no podemos ver o asimilar en su
totalidad.
Mirar
sin mirar es lo que muchas veces hacemos. Me refiero a cuando nos miramos en el
espejo y vemos problemas, imperfecciones. Ya me referí en otra oportunidad al
“trabajo de espejo” de Louise Hay. A veces decirnos “realmente te amo” en el
espejo puede cambiar el aire de todo un día.
Y después,
esta la mirada interna. En aquellos recovecos internos llenos de telarañas a
los que hace tiempo que no vamos, puede esconderse un hecho triste del pasado o
un niño aburrido esperando en el rincón que venga alguien a jugar. Vale la pena
arriesgarse en esos rincones oscuros del alma: una posibilidad nos puede dar alegría,
la otra ayudar a crecer.
Ojos
frescos, ojos para mirarse.
Pensamientos
ocultos, canciones perdidas, fotos sin revelar que se encuentran en nuestro
interior. Busquemos ayuda para mirar o aventurémonos valientemente a descubrir
nuestro ser.
Puede
ser un viaje fantástico a descubrir quienes somos. Una revisión a las
herramientas con que contamos para emprender el viaje y disfrutar la vida como
se merece ser disfrutada. Vivida.
Admirando,
por que no, un eclipse de mar.
https://www.youtube.com/watch?v=IRdXcqCBFH8
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