jueves, 19 de junio de 2014

En el diario no hablaban de mi



A comienzo de los 90, el cantautor argentino Juan Carlos Baglietto lanzó un disco con hermosas canciones (entre ellas la popular “Eclipse de Mar”) titulado “Ayúdame a mirar”.

Consultado sobre el titulo del disco, Baglietto recordó una vieja historia de un niño que fue con su padre a ver el mar por primera vez en su vida. Al encontrarse frente a tamaña masa de agua, enorme e infinita, sintió que era mucho para su pequeño cuerpo y le pidió a su padre: “ayúdame a mirar”.

Muchas veces eso es lo que necesitamos, que alguien nos ayude a mirar, aunque sea en nuestro interior, para descubrir las cosas que no podemos ver o asimilar en su totalidad.

Mirar sin mirar es lo que muchas veces hacemos. Me refiero a cuando nos miramos en el espejo y vemos problemas, imperfecciones. Ya me referí en otra oportunidad al “trabajo de espejo” de Louise Hay. A veces decirnos “realmente te amo” en el espejo puede cambiar el aire de todo un día.

Y después, esta la mirada interna. En aquellos recovecos internos llenos de telarañas a los que hace tiempo que no vamos, puede esconderse un hecho triste del pasado o un niño aburrido esperando en el rincón que venga alguien a jugar. Vale la pena arriesgarse en esos rincones oscuros del alma: una posibilidad nos puede dar alegría, la otra ayudar a crecer.

Ojos frescos, ojos para mirarse.

Pensamientos ocultos, canciones perdidas, fotos sin revelar que se encuentran en nuestro interior. Busquemos ayuda para mirar o aventurémonos valientemente a descubrir nuestro ser.

Puede ser un viaje fantástico a descubrir quienes somos. Una revisión a las herramientas con que contamos para emprender el viaje y disfrutar la vida como se merece ser disfrutada. Vivida.

Admirando, por que no, un eclipse de mar.

https://www.youtube.com/watch?v=IRdXcqCBFH8 


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