martes, 17 de junio de 2014

Darse permiso para volar



Animarse. Volar. Crecer.

La sociedad nos limita, nos corta las alas y esto pasa porque nosotros nos sometemos a reglas sociales que no siempre tienen sentido. El que dirán, el que pensaran los otros, afecta nuestra vida en forma cotidiana, simplemente porque nosotros lo aceptamos.

Pero el primer permiso, va por dentro, para volar no se necesitan alas. Solo cerrar los ojos.

Y sentir la brisa.

Y brillar bajo el sol.

Cada día puede ser una bendición, o un nuevo desafío. O ambos, pero no depende de nuestra historia, como muchas veces decimos. Tampoco del futuro, al cual no podemos manejar y que no sabemos lo que nos depara. Todo depende del presente, de ese sutil y breve momento que sigue moviéndose a pesar de todo y en que es tan difícil enfocar nuestra atención.

Una de las características de mi personalidad es que planeo todo el tiempo, me preparo para el futuro, preveo acciones, situaciones y tengo que admitir que la mayoría de las veces, nada ocurre como lo pensado. Paso días preocupándome por cosas que finalmente no ocurren y no estoy preparada para afrontar otras que se aparecen en el camino.

Entonces, finalmente lo único que pierdo es energía  para disfrutar el presente.

Hace un tiempo leí una historia sobre como las distintas culturas manejan el tiempo. Más allá de las diferencias que las diferentes sociedades tienen sobre el concepto de puntualidad, las culturas occidentales tienen a ver el tiempo como algo lineal y las orientales como algo circular. Para los chinos especialmente, las horas, los días, la vida son una sucesión de ciclos (en realidad usamos ese concepto en el reloj circular, pero mentalmente, el tiempo para nosotros pasa de una manera lineal).

Ohhhhh. Momento Aha!

Todo vuelve al origen, los ancianos se vuelven niños y el círculo puede ser mayor o menos según los años vividos, pero la vida es circular, compuesta por millones de presentes que van pasando e impactando el siguiente momento. Si pensamos en una forma lineal, los momentos no se relacionan entre sí, todo se pierde en el pasado y solo somos una línea sin final.

Inconscientes de nuestra mortalidad.

Quienes tenemos cáncer lo sabemos. Mucha gente piensa, (o a veces nos preguntan) si nos vamos a morir. El consejo en muchos foros de cáncer es contestar: “Si, y vos también”. Por suerte nunca tuve que apelar a esa respuesta que es tan cruda como honesta. Por una cuestión de sanidad mental, no necesitamos pensar todo el tiempo en nuestra mortalidad, pero tal vez nos ayude a bajar un poco del pedestal si recordamos que al final, todos somos humanos.

Y como humanos que somos, tenemos una hermosa vida que disfrutar. Sin plan de vuelo, sin red.

Hoy, todos tenemos permiso.

Mañana también.

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